La sobrecogedora y desconcertante belleza del museo Guggenheim de Bilbao es indisociable con el ensueño de sus resplandores dorados, el de las placas de titanio de su fachada, especialmente en los atardeceres de la ría, en la zona de Abandoibarra.
El edificio del Guggenheim fue diseñado por el equipo de arquitectos del norteamericano Frank Gehry. El juego de luces cobrizas que se produce al atardecer es sublime…
En el interior del museo se encuentra parte de la colección de la Solomon R. Guggenheim Foundation, que fue creada a finales de 1920 por el industrial estadounidense Solomon R. Guggenheim y su asesora artística, la baronesa alemana Hilla Rebay.
Su política de adquisiciones estuvo comprometida inicialmente con una visión estética concreta: la no objetividad en el arte, es decir, el arte abstracto.
Posteriormente, a través de un intenso programa de donaciones y adquisiciones, la primitiva colección formada fundamentalmente por pinturas de Kandinsky ha ido cambiando y ampliando su inicial criterio estético hasta configurar la colección actual formada aproximadamente por unas 7.000 obras de arte del siglo XX de los más variados artistas y tendencias del arte de nuestro siglo.
Una de estas obras expuestas en la colección permanente del Guggenheim de Bilbao es la denominada Rayo iluminando un venado, de Joseph Beuys.
Joseph Beuys fue un artista alemán que trabajó en Europa y Estados Unidos desde la década de 1950 hasta principios de la década de 1980, perteneciente al grupo Fluxus y asociado al arte neo-conceptual de esa época, reconocido por sus performances, su obra escultórica, su compromiso político y ecológico y sus ideas radicales sobre el arte con afirmaciones como ‘todo el mundo es un artista, un diseñador social del futuro’ o el concepto de ‘escultura social’.
Joseph Beuys nació en 1921 en Krefeld. Con diecisiete años formó parte de las juventudes hitlerianas en el ejército del aire. En 1940 empezó a pilotar un bombardero. En el invierno de 1943 su avión se estrelló en Crimea, donde los tártaros le salvaron la vida al envolverle el cuerpo con grasa y fieltro. Este hecho marcará su vida y los materiales que le salvaron aparecerán una y otra vez en su obra, junto con el cobre, la cera y la miel.
Efectivamente el cobre, junto con la miel, el fieltro o la grasa, es uno de los materiales simbólicos que aparece constantemente en la obra del artista Joseph Beuys.
La única instalación monumental de Beuys realizada en bronce y otros metales, Rayo iluminando un venado, se basa en la obra del mismo artista titulada Monumento al venado (Hirschdenkmäler), incluida en la exposición Zeitgeist celebrada en 1982–83 en el Martin-Gropius-Bau de Berlín. Una enorme mole de arcilla con forma de colina dominaba lo que él definiría como Werkstatt (taller) en Zeitgeist. La tierra fue un material primordial para Beuys, tal y como se refleja en su teoría de que "El barro proviene de la tierra, el sustrato sobre el que estamos y a partir del cual despertaremos el planeta".
Al concluir esta exposición, parte de la arcilla fue utilizada como base para confeccionar un molde a partir del cual se fundió en bronce el Rayo, el elemento central de Rayo iluminando un venado y un símbolo del poder de la creatividad.
Rayo iluminando un venado expresa la permanente fascinación del artista alemán por las fuerzas de la naturaleza, la transmisión de energía y los estados de transformación.
La disposición de este misterioso grupo de objetos evoca un emplazamiento natural que podría ser el claro de un bosque, en el que un venado (representado por una tabla de planchar que descansa sobre unas "patas" de madera), las formas excrementales de "animales primigenios" (realizadas clavando herramientas en arcilla y moldeando las formas de bronce), y una cabra (la desvencijada carretilla de tres ruedas) aparecen iluminados por un potente rayo (la pesada forma triangular que cuelga precariamente de una viga). El artista es el testigo humano de esta mítica narrativa simbólica (dominada por los animales, como es habitual en la obra de Beuys), ya que aparece indirectamente representado en la forma de un vaciado de un tiesto de tierra colocado sobre una vieja base para modelar esculturas.
La coincidencia de color y plasticidad entre el color de la miel, el de un venado, el del rayo, me permiten considerar una analogía para con la conductividad, la maleabilidad y color del cobre, ese material tan amado por Beuys.
Le damos la razón: ¡Cobre y ensoñaciones sublimes van de la mano!